Ansiedad Social: cuando el miedo nos aisla
- Santiago Coitiño

- 23 mar 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 sept
¿Alguna vez te has sentido muy nervioso al vincularte con gente nueva? Las manos sudan, el corazón late más rápido y aparece el temor de quedar en ridículo. Esa sensación, que puede parecer pasajera, es lo que muchas personas viven de manera constante: se llama ansiedad social.
La ansiedad social no es simple timidez. Es un miedo intenso e irracional a ser juzgados o evaluados negativamente por los demás. Puede afectar el trabajo, los estudios y la vida personal, limitando oportunidades y generando aislamiento.

Los síntomas físicos de la ansiedad social son la sudoración, taquicardia, hiperventilación, tensión física y emocional, entre otras.
Los síntomas cognitivos: cuando tenemos ansiedad social solemos sobrefocalizar la atención en prevenir que determinados síntomas de ansiedad no sean percibidos por las demás personas, lo cual dificulta el fluir de la interacción.
Síntomas conductuales: con la intención de esconder los síntomas, se pueden dar las "conductas de seguridad". El ansioso empieza a tocar su cara, su pelo, sus manos de manera inusual, a secar y a tapar el sudor, lo cual puede ser percibido por quienes lo rodean. Estas situaciones pueden generar lo que se llama "profecía autocumplida". Es decir, el estado de tensión del ansioso social, lo hace comportarse de manera inusual, y el ansioso comienza a comprobar que sus pensamientos de que lo van a observar directamente se hacen realidad, lo que cual activa aún más su ansiedad.
Podemos agrupar los acontecimientos que activan la ansiedad social en dos tipos de situaciones:
Cuando se realizan ciertas acciones frente a las demás personas: por ej: comer frente a demás personas, llegar a una reunión donde están todos sentados, hablar por teléfono cuando hay personas alrededor, estudiar en un lugar público, trabajar mientras te están observando, bailar en una fiesta, dar una presentación en una clase o trabajo, orinar en un baño público, etc.
Cuando se interactúa directamente con personas: participar en grupos de estudio, hablar con personas que tienen cierta autoridad, (un profesor, un encargado, un jefe, etc.). Llamar por teléfono a alguien que no conoces muy bien, pedir comida a un delivery, conocer gente nueva, hablar en una reunión, expresar desacuerdo a personas que no conoces muy bien, mirar a los ojos a personas que no conoces muy bien, intentar entablar una conversación con una persona que nos atrae, devolver algún producto en una tienda, resistir a la insistencia de un vendedor, etc.
Maneras desadaptativas de afrontar estas situaciones por el ansioso social: Los más comunes son el escape y la evitación.
Escape: refiere a directamente irse de la situación social que genera ansiedad. Irse de una juntada con amigos buscando alguna excusa, irse de un cumpleaños, irse de clase, etc.
Evitación: Directamente comenzar a evitar dichas situaciones, dejar de juntarse si sabe que estarán presentes personas que no conoce muy bien, no ir a la clase en la que debe dar una presentación, dejar de ir a eventos (fiestas cumpleaños, previas). A veces con la excusa de quedarse tranquilos en casa, cuando en realidad es evitar la tensión y la ansiedad que significa para el ansioso social la interacción.
La ansiedad no es una enfermedad en sí misma, pero si se hace muy frecuente, muy elevada en base a los estímulos que la ocasiona y se cronifica en el tiempo, se puede conformar un trastorno. Para evitarlo debemos aprender a regularla.
La Terapia cognitivo conductual interviene en la ansiedad social en un marco de evaluación, diagnóstico y tratamiento, en el que paciente adquiere aprendizajes de autoconocimiento, psicoeducación y de estrategias consolidadas como herramientas para la regulación de la ansiedad
en el sentido físico, cognitivo y comportamental.

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